Etiología de un desierto afectivo (2015)
En este EP conceptual se desglosan las fases del duelo tras la separación en una relación sentimental. A través de sus canciones podemos recorrer las luces y sombras que conforman la tristeza, el dolor y la nostalgia dibujándose una espiral de sentimientos y reflexiones que nos permiten avanzar en la aceptación y superación de la ruptura.
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El origen
Desconocer, desaprender, desentenderse, despedazarnos el querer
y no volver a estremecerte.
Recomponer, recuperar la estratosfera, delimitar nuestra pared
y no volver a comprenderte.
Resucitar de buenas a primeras,
espolear con sangre la ambición.
¿Qué amor, qué duda me queda?
Se ha producido el apagón
del sol de mi canción de espera.
Ya no me queda corazón
que haga latir la primavera.
Desmerecer, desnivelar el promontorio,
que ya no hay nada que esconder
detrás de un simple dormitorio.
Restituir, rediseñarme la estrategia
que nunca tuve qué perder
que no supere la experiencia.
Resucitar de buenas a primeras,
espolear con sangre la ambición.
¿Qué amor, qué duda me queda?
Se ha producido el apagón
del sol de mi canción de espera.
Ya no me queda corazón
que haga latir la primavera
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Y si se ha ido qué va a ser
de mis ganas de morir,
de la probabilidad
de saber que soy feliz
olvidando el huracán
que me impide convivir
con mi propia gravedad
El infinito es mi unidad
El infinito es mi unidad.
Caer en la cuenta de que el mundo en que vivo
es sólo un producto neuronal.
Que no existe espacio, ni tiempo finito.
Que es inconcebible llegar a asumir la finalidad
Se ha producido el apagón
del sol de mi canción de espera.
Ya no me queda corazón
que haga latir la primavera
Y si se ha ido qué va a ser
de mis ganas de morir,
de la probabilidad
de saber que soy feliz
olvidando el huracán
que me impide convivir
con mi propia gravedad
El infinito es mi unidad.
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Una tentativa de respuesta
El punto final de toda duda
es una sombra que estornuda
sobre los posos del ayer,
sobre el agravio de una suma.
Y hay un por qué
licenciado en no saber,
trapecista de mis sueños,
alquimista del temer
a los verdaderos miedos,
los que nos anclan los pies al suelo.
Que los sabios siempre eligen
escenarios que no impliquen descender.
Y hay un por qué
enigmático y perverso
que me envuelve con su sed
de dejarme sin aliento.
Es hora de echar a correr
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Es hora de echar a correr
y dejar el mundo a un lado.
Es hora de empezar a ser
algo más que un calendario del revés.
Y recoger
del camino los abrazos,
las miradas, los tal vez.
Tropezar lo necesario.
Es hora de empezar a ver
que el color del desengaño
queda bien en mi pared
de los días olvidados
El punto final de toda duda
es invisible a la cordura.
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Toma de conciencia
Este sueño que viví
me traspasó los ejes cartesianos
y el dolor se fue volviendo sano,
amortiguó los golpes que evitamos.
Y se fue quedando el aire sin aliento,
desdibujó la latitud de su hemisferio.
Y a veces veo despegar
aviones de papel
que nunca intento derribar.
Es importante discernir
la distinción entre lo justo y lo pactado.
Mi corazón se fue volviendo raro,
se aburguesó en la doctrina del candado.
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Y se fue quedando el tiempo sin momentos,
se congeló en la tangente de un “te quiero”.
Y a veces veo despegar
aviones de papel
que nunca intento derribar.
Y se fue quedando el riesgo sin consejos,
me acostumbré a vivir en el desierto.
Y a veces veo despegar aviones de papel que nunca intento derribar
Y a veces veo despegar aviones de papel
que ahora pretendo derribar.
La circunstancia
El infinito es mi unidad,
mi axioma perdido.
Es mi camino,
mi estrella polar.
Me vuelvo pequeña.
Me invade la indefensión
de hablar, sentir y pensar
que todo lo que he vivido
tal vez no tenga sentido
desde otro lugar
que no sea el mío,
que en mi soledad
voy creando un espejismo
de razones
que juzguen la herencia de los corazones.
De emociones
que no me entretengan
en juegos menores.
Vivo sujeta a la realidad
de mis propias percepciones
influidas por la omnipotencia de las situaciones
que me rodearán.
Que me rodearán.
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El infinito es mi unidad,
mi intolerancia a la espera.
Es mi sentido de libertad.
Me vuelvo pequeña.
Me invade la indefensión
de hablar, sentir y pensar
que todo lo que he vivido
tal vez no tenga sentido
desde esta realidad.
Que hoy ya no aprieto los dientes
con la misma intensidad.
Que no me interpongo entre el siempre
y el quizás.
El infinito es mi unidad,
mi inversión más segura.
Paréntesis grotesco a la locura
del punto final.
Del punto final.
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La recaída
Es invisible a la cordura
el camino que elegí.
Igualarme a tu estatura,
extirpando la raíz
de los sueños que no duran.
Es sencillo y divergente
comprender la cualidad
del amor que permanece
fuera de la realidad
de los sueños que se pierden.
La frecuencia de mis gritos
no es audible para ti
y no entiendo el algoritmo
que has usado contra mí.
Pagaría por borrar de mi vida
el día en que te conocí.
El día en que te conocí
yo salía de la escuela
y en la esquina de un desliz
i de pronto la escalera
de los sueños que se empiezan.
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Salí corriendo a construir
los peldaños que faltaban
y un paréntesis de ti
completó los que quedaban.
Comencé a soñar sin ancla.
Las montañas se movieron
y Mahoma entró en razón
Las estrellas se encendieron
y reinaron en mi voz
Y sentí que había encontrado
lo que nunca me perteneció.
Es invisible a la cordura
este absurdo sin vivir.
Que me sangra la amargura
desde Iglesia a Chamberí.
Que este sueño es mi tortura.
La frecuencia de mis gritos
no es audible para ti.
Y no entiendo el algoritmo
que has usado contra mí.
Pagaría por borrar de mi vida
este sueño que viví.
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Punto de fuga
Ahora pretendo derribar
los misterios del umbral
de mis sueños de placebo,
del estereotipo al cuello,
vértebra del intento
de comprarle a Dios el cielo.
Vivo el bucle
del pulmón que echa de menos
el efecto invernadero
de absorber de tu sonrisa el CO2.
Que no puedo echar de menos
enseñarte el cementerio
de neuronas que han perdido
la esperanza de vivir,
que no tengo más remedio
que asumir
que sobreviví.
Ahora mantengo mi ciudad
aislada del cáncer terminal.
Que mis sueños de placebo
van estremeciendo el hielo
atascado en el cuento
de perderle a Dios el cielo.
Vivo el bucle
del pulmón que echa de menos
el efecto invernadero
de absorber de tu sonrisa el CO2.
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Que no puedo echar de menos
enseñarte el cementerio
de neuronas que han perdido
la esperanza de vivir,
que no tengo más remedio
que asumir
que sobreviví.
Qué estridente es el silencio
de llover en el desierto
que causó el hundimiento
de este imperio que era nuestro.
Te devuelvo
el pulmón que echa de menos
el efecto invernadero
de absorber de tu sonrisa el CO2.
Que no puedo echar de menos
enseñarte el cementerio
de neuronas que han perdido
la esperanza de vivir,
de neuronas que han perdido
su razón para existir.
No me queda más remedio
que asumir
que sobre todo viví.
Desconocer,
desaprender,
desentenderme.